Se trata de un contrabajo español del siglo XIX hecho por el luthier catalán Agustí Altimira (1805-1882).

Vino a mi taller para una restauración completa, y cuando digo completa, pues es que es completa…

La tapa estaba totalmente hundida en la parte de la barra armónica, además de tener varias grietas feas, la peor siendo la que se ve detrás del puente, en el alma.

En el fondo, podemos apreciar una reparación de talón un tanto peculiar y unas cuantas grietas. No se aprecia bien en la foto, pero volvieron a pegar la junta central, y lijaron abusivamente esa zona…

Los aros fueron «reforzados» por piezas de contrachapado de Leroy Merlin pegados con cola blanca.

El mástil fue reparado varias veces, y no aguantaba más arreglos. Para hacer el instrumento más cómodo, decidimos reducir el tiro de cuerda, que era de 107cm y hacer un mástil que saliera más alto del cuerpo (espacio entre la base del diapasón y la tapa).

La diversión empezo con la tapa…

Para poder reparar fácilmente la tapa, que estaba muy dañada y muy fina, tuve que hacer un molde de escayola, para luego tener una base firme para quitar todas las viejas reparaciones y reparar las grietas.

Algunas grietas me dieron más guerra, otras menos. También al ver que dos “alas” de la tapa estaban tan finas y rotas que no hubo más opción que poner madera nueva.

Era necesario reparar los bordes y la suela, es decir la parte donde se pega la tapa a los aros.

En este punto, la tapa ya estaba más resistente, pero estaba lejos de estar reparada, faltaba reparar las grietas grandes con parches, y poner tacos para reforzar las otras. Pero era lo suficiente resistente para empezar a devolverle su forma.

Rectifiqué la huella de escayola para devolverle su forma original. Con la ayuda de bolsas de arena calentadas en el horno y mucho vapor, pude devolverle su forma original. No os creáis que eso es rápido: repitiendo la misma operación cada día dos veces, me costó casi dos meses.

 

La tapa estaba totalmente destrozada en la zona de la barra armónica. Tuve que hacer nada menos que 7 parches para repararla. También tuve que parchear un par de zonas más, con la zona donde va el alma.

Por si fuera poco, tenía que cambiar drásticamente el espesor de la tapa: Claro, ahora que la tapa estaba reparada, con el mismo espesor que antes, ¿quién me podía asegurar que no iba a volver a deformarse?

 

Y el resultado acabado con la barra armónica:

Para no hacer demasiada literatura, a continuación podéis ver algunos de los pasos del resto de la restauración.

Los aros: 

El fondo: 

El mástil: 

El resultado final: 

Enhorabuena a los valientes que han leído hasta aquí. Ya podéis venir a casa, ¡os invito a un café!